El impacto de la COVID-19 en las periferias

La evidencia no miente, la pandemia dejará una crisis sistémica de desarrollo humano.

El impacto de la COVID-19 en las periferias
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La pandemia ha traído grandes consecuencias para el sistema educativo, sin embargo, dichas consecuencias serán de mayor impacto en las periferias.

La súbita e intensa propagación de la COVID-19 no ha afectado a todos los países de la misma manera, ni ha afectado a todos los estratos sociales por igual. En regiones como la latinoamericana, en la cual la desigualdad es un problema estructural, esta se ha amplificado sobre todo en los sectores económico, sanitario y educativo.

Hace más de medio año que se comenzaron a implementar medidas de distanciamiento a nivel internacional, entre las cuales se encuentran un alto a las clases presenciales en diversos países. Si bien algunos planteles educativos ya han comenzado a abrir sus puertas, la mayor parte de las escuelas en América Latina siguen cerradas. Los gobiernos han implementado programas de aprendizaje a través de internet, televisión y radio esperando así continuar con el currículum del año en curso.

“Antes de la COVID-19, la educación ya estaba en crisis. Ahora nos encontramos ante una crisis educativa cada vez más profunda y que puede crear aún más divisiones”, afirmó Robert Jenkins, Jefe de Educación de UNICEF. La desigualdad en el acceso a internet, así como a dispositivos electrónicos, es evidente sobre todo si se toman en consideración las periferias de las ciudades o las comunidades rurales en las cuales es aún más difícil el acceso a los servicios. A pesar de ello, 73 % de los 127 países objeto del informe de la UNICEF han optado por utilizar plataformas en línea para ofrecer servicios educativos, aún cuando en 71 de estos, menos de la mitad de la población tiene acceso a internet. Datos de la CEPAL han confirmado que solamente 8 de los 33 países tomados en consideración para su estudio contemplan entre las medidas adoptadas para implementar las actividades de aprendizaje a distancia, la entrega de dispositivos tecnológicos.

Ahora bien, la interseccionalidad entre pobreza, género, etnia, edad y discapacidad exacerban aún más estas desigualdades; por ejemplo, el escaso e inclusive inexistente contenido educativo impartido en idiomas minoritarios, en lenguaje de señas, o con subtítulos que estén al alcance de todos y no sólo a través de plataformas online. De acuerdo a la UNESCO, tres cuartas partes de los países de América Latina y el Caribe no cuentan con leyes de educación inclusiva para todos sus estudiantes, sin olvidar que cerca de 12 millones de niños y jóvenes no reciben educación escolar debido a factores relacionados a la pobreza.

“Antes de la COVID-19, la educación ya estaba en crisis. Ahora nos encontramos ante una crisis educativa cada vez más profunda y que puede crear aún más divisiones”.

De acuerdo a António Guterres, Secretario General de la ONU, la pandemia ha afectado a más de 1500 millones de estudiantes en el mundo, exacerbando las desigualdades en el sector educativo. Además se verán reflejadas en ámbitos como la nutrición y el matrimonio infantil, así como la igualdad de género. La violencia doméstica ha ido en aumento y con el cierre de las escuelas, se terminó el acceso a algunos servicios de alimentación y de protección social para los menores.

“La escuela tiene la función primaria de buscar la igualdad de oportunidades, pero en este caso el Estado habrá asumido que no es capaz de apoyar a los niños de los sectores más desfavorecidos, lo que lleva a un aumento de las desigualdades”, afirmó Tharcisio Leone, del Instituto de Estudios Regionales GIGA a DW al referirse al caso de Bolivia en el que se terminó el ciclo escolar al no ser capaz de garantizar el acceso a la educación virtual. «Estamos obligándoles a quedarse dentro de las opciones laborales que no tienen ningún tipo de seguro ni ningún tipo de oportunidad que no sea un escenario de explotación”, advirtió Diana Hernández, la investigadora en educación.

En las periferias, áreas de alta marginalidad, es complicado hacer cuarentena.

Un claro ejemplo se puede observar en la preparatoria oficial General Francisco Villa, número 128, ubicada en Ecatepec, Estado de México. En esta periferia, en donde el 90 % de sus 2 millones de habitantes son pobres, ni el 35 % de sus alumnos se ha podido conectar adecuadamente a internet para continuar con su educación, mientras que muchos se vieron en la necesidad de trabajar para ayudar a la economía familiar y otros ni siquiera piensan en regresar.

En las periferias, áreas de alta marginalidad, es complicado hacer cuarentena. Un ejemplo de ello son las favelas en Brasil, donde es imposible el aislamiento social desde el punto de vista de la vivienda y donde el derecho al agua no es una realidad para muchos habitantes de estos barrios marginales y periféricos. La precariedad de los servicios de salud y de saneamiento son las preocupaciones centrales de las favelas de Río de Janeiro.

La evidencia no miente. Si bien a corto plazo el impacto de la pandemia es más que nada socioeconómico; a largo plazo, las consecuencias serán mayores. Sobre todo al hablar de la distribución equitativa de oportunidades de salud, educación, empleo y bienestar en general, haciendo que la desigualdad estructural lejos de acotarse siga incrementándose. El término de la pandemia sanitaria dejará tras de sí una crisis sistémica de desarrollo humano, cuyo impacto variará dependiendo en gran medida de las acciones gubernamentales que tomen los países, así como de las acciones implementadas por organismos internacionales y otros actores en el plano internacional.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0